Crecí en un entorno muy religioso, en mi ciudad Cartagena de Indias, una de las mas lidas de la época colonial en sur América, por no decir la mas linda. En el centro de la ciudad hay creo que más de 5 hermosas Iglesias, que representan la implementación del catolicismo por parte del reino español en la época colonial.
De ahí muchas tradiciones familiares se basan en las buenas prácticas de vida, siguiendo los mandamientos, por ejemplo. Ya eso depende de cada familia y como lo implementen en sus hogares. Al final las bases están claras y todos comienzan bajo esos mismos principios que es tener una vida, como la tuvo Cristo en la tierra.
A diferencia que, en algunos países en Europa, donde solo hay eucaristías una vez a la semana. En Colombia por lo general todos los días se celebra la eucaristía.
Después de hacer mi primera comunión, estaba muy curioso. Así que decidí ir todos los días a la iglesia. A la tercera vez de ir, fue que de verdad le presté atención a la eucaristía, y reconocí que la Palabra de Dios era algo que se podía vivir todos los días, ahí mi imaginación siempre encontraba una forma de relacionarme con la palabra y sentirme mejor. Así aprendí. También me aprendí cada figura de la iglesia, cada cuadro, cada estatua, cada decoración, hasta cada ventilador y parlante de sonido.
Yo como persona aun sigo aplicando muchas cosas que viví en la iglesia, como niño, joven y adulto.
Justo antes de comenzar el punto máximo de atención de la eucaristía, te dices a ti mismo. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. En ese momento aceptamos que somos culpables de todo lo malo que nos pasa en la vida, sin mirar a nadie más. En ese momento aceptamos nuestra realidad, vemos que por nuestra culpa estamos ahí donde estamos en ese momento. Todo lo que está influyendo en mi vida negativamente, es por mi culpa, y no por la culpa de nadie más. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
De ahí comienza la humidad, desde ahí se comienza desde cero.
Quizás no tuve toda la culpa, no fue toda mi responsabilidad, estarán pensando muchos de esta forma. Lo entiendo muy bien, porque son cosas negativas del pasado, que se quedan en el pasado. Si aún esas cosas negativas están en el presente, siento del pasado; eso es responsabilidad de cada uno de nosotros.
Desde ese punto se comienza de verdad a escuchar la Palabra de Dios. Esa forma de aceptación fue para mi muy clave, para seguir desarrollando mi personalidad.
Aceptando siempre tu posición del momento, a partir de ahí se comienza a crecer, dándote cuenta, de que te equivocaste, reconociendo tus errores, con buena actitud y con disposición de ayudar para mejorar. Eso no te lo va a decir nadie en la vida, eso solamente te lo puedes decir tú, así como en la iglesia. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Así se logran reflexiones muy bonitas en la vida, que se quedan guardadas como las cicatrices en tu cuerpo. Así que cuando las buscas, siempre van a estar ahi.